Posthumanismo, cosmovisiones y ciencia ficción: los temas del quinto número de Revista [cuatro treintaitrés]

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“Imaginarios Potenciales” se titula el último número de la publicación del Departamento de Artes Visuales de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Esta edición, gestada durante la pandemia, se pregunta por el lugar del arte en este contexto, y cómo desde esa zona se pueden cuestionar, imaginar y proponer con entera libertad mundos posibles. En esta ocasión, la línea editorial fue encabezada, por primera vez, por una dupla de mujeres: las artistas visuales y académicas, Mónica Bate y Constanza Urrutia.

En noviembre del 2020, las artistas visuales y académicas del Departamento de Artes Visuales (DAV) de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, Mónica Bate y Constanza Urrutia, comenzaron los preparativos para la nueva tarea adquirida: la creación del quinto número de la Revista . Dicha labor estuvo marcada por las complejidades de la nueva realidad pandémica, en las que primó la distancia entre personas, lo que a su vez cambió el modo de relacionarse y con ello también la forma de realizar el último número de la revista del DAV. 

“Ambas tenemos una investigación sobre nuestras prácticas artísticas ligadas, en mi caso, a las artes mediales y, en el caso de Constanza, al arte textil”, señaló Mónica Bate. “Comenzamos así las conversaciones y había una carga muy fuerte en el intento de resolver ciertas cosas en pandemia, con cambios estructurales tremendos, lo que nos llevó a que las conversaciones se convirtieran en algo más bien existencialista. Por un lado, estaba nuestra perspectiva de la práctica artística y, por otro, temas que comenzaban a surgir y que se cruzaban con lo que estábamos viviendo y preguntándonos”, agregó. 

En estos diálogos, divididos en varias sesiones, surgieron cuestionamientos sobre la relación de la tecnología con la naturaleza; o la relación del trabajo con la práctica artística y los espacios para ello en nuevos contextos, en la casa, con las familias. “Revisamos el ejemplo del avistamiento de un puma que baja a la ciudad y que es captado por una persona que, en vez de resguardarse y preocuparse por su vida, graba sin parar al animal caminando sin darle la espalda. Eso para nosotras ejemplifica en parte el estado actual que tenemos con los medios de comunicación, una relación que en pandemia se intensificó, apareciendo así este encuentro entre tecnología y lo salvaje o lo no procesado, convirtiéndose en el tema central de la editorial de este quinto número”, explicó Constanza Urrutia. 

Desde ese lugar, las editoras fueron determinando conceptos como: puma, polilla, medios inestables, automatismo, alienación, cíclico, etcétera, que terminaron convirtiéndose en un diálogo que utilizaron como texto editorial. Con esa provocación comenzaron a convocar a los colaboradores que darían vida al quinto número de , quedando conformada por las y los artistas Mariela Yeregui, Luis Guzmán y Joaquín Zerené en el apartado Dossier. En Relatos Visuales se encuentra el texto de Tomás Saraceno. En el apartado Escritos de obra se aprecia el trabajo de Aruma, Rodrigo Valenzuela y Adolfo Martínez; y en Archivo se encuentran los artículos de Alessandra Burotto y Caroll Yasky.

Imaginarios Potenciales 

Cada uno de los artistas convocados aportó desde su visión y creación a la revista, que lleva por título “Imaginarios Potenciales”. A partir de ciertas nociones como posthumanismo, cosmovisiones ancestrales y ciencia ficción, entre otros, esta edición se pregunta por el lugar del arte en este contexto, y cómo desde esa zona se puede cuestionar, imaginar y proponer con entera libertad mundos posibles.

Tal como se visualiza en la entrevista realizada al artista Rodrigo Valenzuela, autor de la fotografía de la portada y del artículo “New Works for Post Worker’s World. Ficción y un mundo del post trabajador”, en la que se cuestiona por la condición humana en un mundo en que el trabajo y su relación con los sistemas de asociatividad ha ido cambiado, convirtiéndose hoy en un concepto de trabajo esporádico, líquido y móvil.

“Él se pregunta por ese ámbito, creando espacios ficticios con escenografías que luego son fotografiadas. Por eso la portada de la revista, que es una fotografía de Valenzuela, resulta interesante, pues es una especie de epifanía de lo que iba a suceder con la pandemia y el uso de máscaras. También habla mucho de la ciencia ficción, que es el lugar donde uno imagina mundos que inevitablemente, de una u otra manera, se vuelven realidad, tratando tópicos interesantes desde una mirada sobre la sociedad, sus utopías y distopías, temas que nosotras estábamos pensando en el diálogo editorial”, precisó Urrutia.

En el artículo “Epítome de máquinas, materia y territorios (personales, aunque no excluyentemente)”Mariela Yeregui hace alusión justamente a los dispositivos y las materialidades, ya que ella se pregunta por el concepto de máquina y sistemas, otro de los temas centrales de la editorial, que constantemente se pregunta por tópicos como la colaboración, por cómo trascienden los territorios y cómo van siendo mucho más colaborativos. 

Luego, en el Dossier “Bioarte, reflexiones sobre su alcance subversivo”Luis Guzmán problematiza los límites del Bioarte, que se relacionan a la bioética, contextualizando justamente ese lugar transdisciplinario en que transitan este tipo de obras, tensionadas por las posiciones éticas y políticas de la traición del arte, la biología, las tecnologías y biotecnologías. Además, entrega un estado de cuenta a partir de autores como Paul Virilio y Michel Foucault, abordando el contexto histórico en que se inicia esta discusión, que termina con dos preguntas que interpelan directamente al lector respecto al bioarte.

También en el apartado Dossier encontramos el trabajo de Joaquín Zerené, que vira hacia lo teórico y entrega una visión entre esos dos mundos. “Zerené aborda el eje arte, ciencia y tecnología, al que se le puede sumar la sociedad. Es un tema que está muy vigente por la pandemia y hace más sentido que hace diez años atrás. Ahora es mucha gente la que trabaja desde ese lugar, por eso nos pareció pertinente que Joaquín escribiera para la revista, ya que trabaja hace tiempo preguntándose por cómo nos relacionamos con la tecnología y el lugar del arte en esa relación; sobre el posthumanismo o el antropoceno«, explicaron las profesoras del DAV.

En Relato visual, en tanto, escogieron al artista Tomás Saraceno, puntualmente su obra llamada «Cómo atrapar el universo en una telaraña», basada en su investigación sobre aracnología y astrofísica, donde propone una instalación que mezcla la experiencia inmersiva, con el sonido y las artes visuales. Usando filamentos de telas de araña y polvo cósmico, el trabajo de Saraceno cuestiona el lugar del arte y desafía la noción de sistema y construcción social para acceder a otras formas de ver el mundo desde otras especies. “Nos parecía, además, que esto cobraba especial relevancia justo en un momento de visión post pandémica, entendiendo que no somos el centro del universo”, comentó Mónica Bate. 

La sección Escritos de obras contiene el texto de Aruma (Sandra de Berduccy) titulado “Tecnologías textiles andinas y la energía que las activa”, un artículo basado en su trabajo que mezcla la tejeduría andina y toda esta herencia ancestral con las nuevas tecnologías contemporáneas. Al respecto, la artista boliviana Aruma, que actualmente vive en Chile, señaló que “el textil es una tradición milenaria, pero que no se ha detenido, es decir, que sigue desarrollándose. A las tejedoras nos gusta experimentar, entonces esta propuesta de trabajo que vengo desarrollando hace ya muchos años contextualiza el tejido andino como parte de las artes mediales”, indicó.

Planteó también que “está la idea de que el telar es una tecnología antigua y yo propongo un cambio de punto de vista necesario, porque estamos acostumbrados a ver el textil como algo comercial, como souvenir para turistas o para estudiarlos solamente como iconografía y nos olvidamos de todos los otros aspectos que tiene el textil, como prácticas que yo he conocido dentro de un ecosistema, lo que me ha permitido entender toda esta complejidad que viene ya en el tejido en relación a ciclos y relaciones comunitarias, con la ciencia”.

La artista textil, que vivió en un bosque nativo en los valles interandinos de Cochabamba en Bolivia, pudo habitar ese espacio y conocer las relaciones alrededor del bosque con la comunidad y con el tejido, ampliando mucho su propia idea del tejido. “En esta relación del día a día con el bosque y con las prácticas, uno se va dando cuenta que la persona que está hilando con un huso, a su vez está acumulando energía mecánica en las fibras al momento de hilar”, explicó.

Aruma señaló, además, que “es a través justamente de estas prácticas cuando hay que ver al tejido en términos de energía. Por ejemplo, cuando este hilo que se forma se va al telar y a los procesos complejos de tejido, mantienen de alguna forma esa energía y por eso los tejidos son tan resistentes a prueba de agua, fuego e insectos. Esa tecnología, que podría sonar simple, contiene además una forma de pensar que se mantiene inalterada”. 

Para Aruma estas técnicas tradicionales prehispánicas y ancestrales sirven para empezar a entender los razonamientos de los pueblos antiguos a través de las técnicas, lo que tiene aplicaciones muy contemporáneas. “Yo uso bastante las fibras ópticas que son metales como sensores que son parte del tejido. Estos nos abren otras posibilidades de visualizar la energía y el tejido como tecnología y entenderlos como tecnología”, concluyó la artista.

En la sección Escritos de Obra también se aprecia el trabajo del artista visual y académico del DAV, Adolfo Martínez, cuyo artículo “Un disparo al aire: imágenes, relatos y derivas” va muy de la mano con la aceleración y la complejización de las cosas.

“Adolfo la aterriza a su práctica artística de manera elocuente porque toma su propia vida y la vuelca hacia su práctica. Él fue criado y vivió mucho tiempo en un espacio rural, con esa velocidad característica. Por eso, su trabajo va en estos dos polos: el espacio lento y contemplativo, versus este otro espacio de exigencia, que va muy de la mano con hacer un contrapunto a la velocidad de la contemporaneidad. Adolfo hace una certera lectura de la metodología e imaginario con que construye su obra, en una especie de decálogo, que logra dar cuenta de las complejas operaciones artísticas involucradas en su práctica. Para esto, conduce el texto por lugares inverosímiles y quizás melancólicos de un Santiago y sus periferias que poco a poco va siendo borrado por el progreso y su aceleración”, indicaron las editoras.

La dupla final

En la sección Archivo, las editoras se preguntaron por cómo se archiva una obra material como audios y creaciones que tienen que ver con otras tecnologías. Ahí aparece el rol de la institución museo como espacio de archivo de arte y sobre eso escribe otra dupla compuesta por Alessandra Burotto y Caroll Yasky.

“Pensamos finalizar la revista con la lógica de dupla, teniendo en mente también en relevar la colaboración y la asociatividad en un momento de pandemia donde los cuerpos no podían juntarse. Sin embargo, creemos que la única manera de sobrevivir es si nos articulamos y esa es una lógica que, si bien no está escrita de manera literal, cruza la revista, es decir, si no construimos sistemas de colaboración no logramos sacar un número”, comentaron Bate y Urrutia. 

De este modo, las artistas visuales y editoras del quinto número de la Revista  invitan a descargarla de forma gratuita para acceder a contenido que recoge preguntas que pueden hacerse diariamente personas que no solo son del campo artístico, y que tienen que ver con la existencia determinada por las circunstancias y acontecimientos globales.

Puedes acceder a la revista de forma gratuita en https://uchile.cl/a174067

Igora Martínez, periodista del DAV.