El ejercicio permitió evaluar la reacción de cada unidad académica frente a los diversos escenarios posibles en caso de una emergencia. Miles de integrantes de la comunidad universitaria participaron en ambas actividades, lo que permitió analizar procedimientos de evacuación, tiempos de respuesta y posibles complicaciones que podrían ocurrir en una situación real.
El pasado miércoles 9 de agosto se realizaron dos ejercicios de simulacro de emergencia, uno en el Campus Juan Gómez Millas y otro en la Facultad de Medicina, actividades que contaron con la activa participación del personal académico y de colaboración, y de los(as) estudiantes de ambas unidades universitarias. La iniciativa tuvo como objetivo analizar la capacidad de las zonas de seguridad con toda la población que se encuentre al momento de una evacuación masiva, establecer un procedimiento normalizado de evacuación, cronometrar el tiempo de reacción ante una emergencia y evitar o minimizar las lesiones y las complicaciones postraumáticas que se puedan generar como consecuencia de una emergencia real.
En Juan Gómez Millas, la actividad comenzó a las 12:45 horas, momento en que se activaron las sirenas del campus. Más de 12.000 personas pertenecientes a las 9 unidades del campus participaron en el ejercicio, quienes fueron guiados por los líderes de área hacia las zonas de seguridad más próximas. El simulacro contó, además, con el apoyo de observadores de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) y de la Ilustre Municipalidad de Ñuñoa.
Christian Miranda, vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales, destacó la importancia de coordinar a tantas unidades en este simulacro a nivel de Campus. “Yo creo que es fundamental en el Campus Juan Gómez Millas, donde hay 6 Facultades, 2 orgánicas grandes como el Bachillerato y el Polideportivo, y la Plataforma Cultural recientemente incorporada. Hacen que esta realización de simulacros masivos sea muy importante, ya que tenemos 12.000 personas en promedio todos los días en nuestras instalaciones. Por más que algunas facultades tengan un proceso bueno, regular o no tan bueno, los terremotos nos abarcan a todos, los incendios pueden abarcar una facultad, pero a todos(as) nos concurren, porque habitamos el mismo territorio”.
“Creo que fue una muy buena coordinación. Primero, de parte de la ACHS, ya que esto fue organizado durante meses por el Consejo de Vicedecanos y por los(as) prevencionistas de riesgos. En cada una de las unidades hubo una buena coordinación y una buena comunicación hacia la comunidad”, afirmó Christian Miranda.
Michael Handford, vicedecano de la Facultad de Ciencias, valoró la realización de esta actividad para concientizar a la comunidad universitaria ante alguna catástrofe. “Para nosotros en el Campus y en la Facultad de Ciencias es súper importante realizar un simulacro, es la primera vez que lo hemos realizado a nivel masivo. La idea es concientizar a las personas sobre cómo actuar y dónde ir en caso de algún tipo de siniestro, sea incendio o terremoto u otras que afecten el normal funcionamiento de la Facultad”.
“La evaluación que hemos realizado tanto a nivel de campus cómo en la Facultad es que fue muy positivo. Esperamos que se realice con mayor frecuencia durante el año, para que en la eventualidad que haya una dificultad mayor a nivel de campus, todos sabremos cómo actuar”, complementó el profesor Handford.
“La finalidad es que tenía que ser un simulacro educativo para toda la comunidad”
Luis Montes, vicedecano de la Facultad de Artes, relevó la importancia de preparar a la comunidad universitaria para este tipo de emergencias. “Me parece muy importante preparar a la comunidad ante las emergencias que puedan acontecer en nuestras unidades, y en especial coordinación entre las distintas facultades que convivimos en el Campus Juan Gómez Millas. Tenemos que identificar las zonas seguras, las vías de evacuación y poder actuar con la tranquilidad que requiere una situación excepcional como las que pudiesen presentarse”.
“Me parece que la evaluación es muy buena. En el caso de la Sede Las Encinas de la Facultad de Artes, la comunidad participó del simulacro en forma ordenada y responsable, coordinadamente con el personal que colaboró en informar del simulacro y de guiar a las personas hacia las zonas de seguridad”, comentó.
Felipe Mallea, experto profesional en Prevención de Riesgos del Campus Juan Gómez Millas, enfatizó el alto grado de coordinación entre las diversas unidades de la Facultad. “En un comienzo, se veía muy complicado de lograr, porque no solo implicaba mi área, sino que teníamos que participar en conjunto con los otros colegas prevencionistas de las diferentes facultades. Al ir planteando los objetivos, la finalidad es que tenía que ser un simulacro educativo para toda la comunidad. La idea es generar un gran plan de evacuación a nivel de campus, que estemos unificados con toda la información y así generar mayor coordinación a través de una evacuación real a futuro”.
“El tiempo de evacuación fue bastante bueno para la cantidad de funcionarios(as), docentes, y alumnos(as) que hay en el campus. Si consideramos que nunca se había hecho con la preparación de todas las facultades al mismo tiempo y en base a este resultado, nace un nuevo objetivo, que es mejorar este tiempo en un próximo simulacro o en una emergencia real”, acotó Felipe Mallea.
Para conocer más información sobre el simulacro de emergencia en el Campus Juan Gómez Millas, revisa la nota realizada por la Facultad de Ciencias Sociales ACÁ.
“Nuestra finalidad es comprobar con anticipación las acciones, la capacidad de reacción ante una emergencia”
En el caso de la Facultad de Medicina, la actividad comenzó a las 15:00 horas del miércoles 9 de agosto. El ejercicio simuló un terremoto grado 9 en la escala de Richter, involucrando dos situaciones, una en la que una persona sufría un infarto y otra en donde una persona requería de una silla por su discapacidad motriz. La actividad también contó con el apoyo de observadores de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), así como del Comité Paritario de la Sede Norte.
Elizabeth Quintanilla, experta profesional en Prevención de Riesgos de la Facultad de Medicina, apuntó a los objetivos de estos simulacros de emergencia en la Facultad. “Este año es nuestro segundo simulacro, enero en la Sede Oriente y agosto en la Sede Norte, con una población flotante de aproximadamente 3.800 personas, entre funcionarios(as) y estudiantes. Nuestra finalidad es comprobar con anticipación las acciones, la capacidad de reacción y actuación eficiente ante una emergencia. También nos permite conocer las instalaciones físicas, estado en la que se encuentra, necesidades de equipamiento, desplazamientos y los puntos de encuentro en las zonas de seguridad sin obstáculos”.
“Quiero destacar el compromiso de la autoridad en esta temática, en especial el apoyo, la capacidad de liderazgo y seriedad que tomaron nuestros líderes de evacuación compuestos por los(as) vigilantes y los(as) prevencionistas de la Facultad de Medicina. El tiempo que se tomó la comunidad universitaria para llegar a la zona de seguridad fueron, en promedio, 8 minutos. Estamos recopilando la retroalimentación de los(as) monitores(as), que incluye al personal académico y al personal de colaboración, para que sus observaciones nos permitan una oportunidad de mejora para poder enfrentar una situación real”, complementó Elizabeth Quintanilla.
Andrés Santibáñez, jefe de la Unidad de Vigilancia de la Facultad de Medicina, plantea la necesidad de este simulacro de evacuación para una planificación adecuada al espacio y su entorno. “La importancia de realizar esta actividad en los campus es esencial, considerando sus diferencias estructurales, zonas de riesgo, población flotante. Todo ello implica que la dinámica para abordar una emergencia de cualquier causa, sea natural o accidental, deba contar con una planificación distinta, en cada lugar, aunque el propósito de resguardar la vida y la seguridad de las personas sea la misma”.
“La coordinación de todos los actores permitió que la actividad tuviese un tiempo de respuesta positivo, desde el punto de vista de una situación de riesgo. La guía de los prevencionistas, el oportuno liderazgo del personal de vigilancia, el compromiso de los(as) monitores(as) locales y la respuesta de la comunidad en general permitió un desenlace con un importante porcentaje situado en las zonas de seguridad”.
Comunicaciones DGDP