Martín García, egresado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, ganó la Batalla de los Gallos de Red Bull en 2020 y ha representado al país en sucesivos combates de rap en el extranjero. En esta nota de Alumni, «Acertijo» reflexiona sobre los procesos y la evolución en su arte, que pasó del freestyle a lo urbano, y de la crítica feroz a la representación orgullosa del Chile popular.
A Martín García Fuentes, sociólogo de la Universidad de Chile de 28 años de edad, no muchos lo conocen por su nombre. Su nombre público, el que lo hizo reconocido en la escena rapera local y con el que ganó la Batalla de los Gallos de Red Bull en 2020, coronándose como campeón nacional de freestyle, es Acertijo.
Ingenioso improvisador y estudioso del lenguaje, Acertijo dota de una complejidad sintáctica sus rimas para aprender a recibir los golpes lingüísticos de sus rivales, procesarlos, superarlos en milésimas de segundo y contratacar de inmediato. Así, se convirtió en uno de los rostros insignes de las batallas de freestyle en Chile, eventos en los que sacaba a relucir su formación universitaria.
En su carrera, reflexiona, “siempre ha habido un diálogo entre la sociología y el freestyle. Si bien los lenguajes con los que uno comunica en el freestyle o en una canción son distintos, el proceso de análisis y las herramientas sociológicas son inherentes a mi persona, por más que de repente los resultados estéticos no lo comuniquen”. En esta línea, señala que “por mucho tiempo esa fue un poco mi técnica, mi sello en el freestyle: darle un toque más social a mi contenido, traer a colación reflexiones sobre lo que estaba pasando en la sociedad”.
De la villanía al orgullo
Acertijo reconoce con claridad la evolución que ha vivido a lo largo de su carrera, desde que partió en el rap a los 15 años, en el freestyle a los 18 y hasta hoy, proceso en el que también ha salido del país a combatir contra representantes extranjeros. “Al principio yo era una especie de villano social, como alguien de Ciudad Gótica. Intentaba hacer justicia a través de malas prácticas, porque las batallas son un espacio de enfrentamiento y de violencia verbal. Ahí llevaba contenido social y trataba de cuestionar ciertos lugares para vencer a mi rival, desde mostrarle que estaba replicando cierto racismo o misoginia en su rap, hasta criticar a las organizaciones y a las multinacionales. Mi personaje se las daba de justiciero, pero de uno medio villanesco”.
“A medida que fui madurando, adquiriendo una posición más protagónica en la escena urbana, y cuando el freestyle se expandió y se volvió mainstream, empecé a agarrar un rol más de liderazgo. Podía aportar desde un lado de gestión, de representar a los demás, especialmente cuando pasamos de la informalidad a la formalidad en el freestyle, gracias a la capacidad analítica y de orden que me entregó la Universidad, en un ambiente donde no todos tienen esa formación: pedir lo que es justo, hacer redes colaborativas, redes educativas, realizar talleres”, añade.
“Y cuando empecé a representar a Chile en otros países me di cuenta de que mi lado social ya no se expresaba tanto desde el lado villanesco, sino desde un sentido cultural amplio: representar Chile es quererlo con lo bueno y lo malo, con todas sus contradicciones (…) Pasé de ser villano a capitán, de una postura más conflictiva a una del cariño, del orgullo, del sentir amor por lo que uno es. Empecé a agarrar la bandera chilena y ponérmela en el hombro, algo que antes nunca hubiera hecho”, sintetiza.
Puro corte chilenero
De la mano con el cambio que experimentó como artista, Martín desglosa lo que ha significado para él ser un orgulloso representante de Chile en el extranjero: “Puedes estar muy descontento con la política, con el modelo económico, pero cuando estás compitiendo en representación de tu país, tienes que estar orgulloso de Chile. Hablo desde un factor emocional: ´Esto es Chile y se representa y vamos pa´ arriba, loco´, ¿Que no se nos entiende nada cuando hablamos? ´No, pero es porque hablamos mejor que ustedes´, ¿cachai?”
“Si nos vamos en la racionalidad o en lo teórico nunca vamos a ser favorecidos porque a nivel económico no somos la raja, con suerte estamos mejor que nuestros vecinos. Somos un país chico, que ocupa un lugar muy secundario en el mundo globalizado. Pero representar a Chile es puro amor, es puro orgullo, es decir ´No importa, esto es lo mío y me gusta porque es mío´. Hay que apreciar lo propio y en este país estamos atrás en esto de saber valorarnos”, plantea.
De la mano con esa reflexión, Acertijo destaca el boom que en los últimos años ha vivido la música urbana de la mano de artistas locales como Marcianeke, Pailita o Pablo Chill-E: “Es impactante lo que pasó con la música urbana que reivindica precisamente la chilenidad, el barrio bajo, el coa, la palabra sucia, la estética de las poblaciones. Y es algo que se está logrando, que se tomó el mainstream. Ahora en Chile se está escuchando mucha música chilena, en la que podemos decir lo que queramos. ¿Que representa la violencia en la calle, la narco cultura? Sí, es verdad, pero eso es pura racionalidad. Lo concreto es que son cabros chilenos haciendo música y sonando en todos lados”.
Sociología aplicada al cambio pequeño, pero real
Martín García hace música desde los 15 años, aunque en ese momento, recuerda, la escena local del hip hop y del freestyle era todavía muy pequeña y no veía en ella una posibilidad de sustento económico. “Sin embargo, siempre fue mi pasión principal. Mientras estudiaba, también me mantenía en el underground del freestyle, que en ese momento era lo único que había”.
Oriundo de Concepción, García decidió trasladarse a Santiago y estudiar en la Universidad de Chile a los 18 años como una forma de “salir, romper y pasar al siguiente nivel”. “Elegí Sociología porque me gusta mucho en verdad. Las ciencias sociales, en general. Es placentero aprender, conocer… Pero, más que el conocimiento per se, me gusta el conocimiento aplicado, y de todas las carreras que estaban en la mesa me pareció que Sociología era la más potente en ese sentido, que lograba combinar tanto teoría como aplicación práctica en las políticas públicas”.
De todas formas, destaca, volvió a Concepción durante un período en el cual hizo su práctica profesional en el Departamento de Jóvenes de la Municipalidad de Concepción. “Ahí hicimos unas presentaciones, les dimos personalidad jurídica a organizaciones hip hop, logré rescatar unos fondos pequeños de la muni para regalarle micrófonos a ciertas personas que hacían freestyle y hip hop. Cosas así, que son pequeñas pero que al final son las reales”.
En cuanto a ese sello social que lo caracterizaba cuando personificaba al “villano social”, Acertijo señala que, de alguna forma, sigue estando ahí: “Me he dado cuenta de que menos es más. Ahora rara vez subo mi opinión política a mis redes, rara vez las digo en batalla y aun así todo el mundo considera que tengo un sello social. Como que ya está, ya es parte de uno. La sociología está y no la puedo negar”.
Por otra parte, reflexiona, “veo a algunos excompañeros achacados, que me comentan que están trabajando en una pega en una muni chica, pero ¿por qué estar achacados? Si eres un sociólogo que trabaja en un departamento enano, de una muni enana, de un país enano, probablemente no estés cambiando el capitalismo neoliberal oligárquico, pero estás ayudando con un programa social a cien chicos y eso es la raja. Estás haciendo algo bacán. Por eso hablo también del tema de la autovaloración, de apreciar lo que se hace, que es quizás la gran mutación que he tenido en estos cinco años desde que salí de la U”.
Martín Acertijo
Del mismo modo que ingresar a la Casa de Bello para Martín era avanzar al siguiente nivel, salir de Chile a competir en freestyle era el paso evidente luego de ganar la Batalla de los Gallos. “Después de salir campeón nacional siempre está la posibilidad de acumular y salir bicampeón o tricampeón para quebrar marcas. Pero cuando logras cierto nivel, el siguiente paso es ir a medirte a nivel internacional contra otros campeones, que es lo que he hecho en la FMS Internacional y en las Batallas Red Bull. Junto a otros colegas como el Nitro, Teorema, el Pepe Grillo, el Jokker, el Menor o el Kaiser salimos afuera a pelear eso y a representar al país”, indica.
“De todas formas , hay una crisis en el mundo del freestyle. Ya no es un objeto de consumo tan preciado como lo fue quizás hace tres o cuatro años. Eso igual me ha hecho desconectarme un poco del freestyle a nivel laboral al menos, porque ya no hay tantos eventos ni tanta demanda”, relata. “Di una batalla internacional en marzo contra el campeón español que fue viral, y fui el chileno que llegó más lejos… De ahí en más como que hubo un parón y, claro, como ya no hay un circuito tan profesionalizado o internacional, lo que queda es volver a las batallas callejeras, volver a los nichos. Pero yo decidí poner mis fichas en la música«, agrega.
Hoy por hoy, García ocupa el nombre de Martín Acertijo y se dedica a la composición e interpretación de música urbana, una “de corte chilenero”, que fusiona los ritmos de moda con la raíz de la música nacional. En agosto de este año, publicó su EP Mal de Amore, un conjunto de cinco canciones que dialogan entre los instrumentos reales, con alta presencia de guitarras y secuencias digitales. En el álbum destaca el tema “No te tengo aquí”, que mezcla cueca con autotune: “Así de provocativo y raro, pero muy bonito y con muy buena recepción”.
En declaraciones con La Cuarta, Martín Acertijo explicó que «lo que estoy tratando de reivindicar es una estética chilena, conectándose con todas las tendencias urbanas, mostrando la belleza de cosas simples como el negocio de barrio, un almuerzo familiar, la cantina, religiosidad y la calle”. Hoy, añade, “fue una búsqueda estética. Yo siempre he hecho rap, pero tenía ganas de contar otras emociones, más subjetivas, y me abrí a la música urbana, a distintos ritmos, al autotune. Empecé a explorar, no con muchos tapujos, la música urbana, que es prácticamente la música de mi generación”.
Cuestionario Alumni
Un libro que recomiendes: De animales a dioses, de Yuval Noah Harari. Para cualquiera que le gusten las humanidades, ese libro resume todo. Es como una enciclopedia de ciencias sociales.
Un sueño por cumplir: Girar por Chile con mi banda.
¿Con qué personaje histórico te hubiera gustado conversar?: Con Víctor Jara, porque siento que es un gran representante de la música popular, con el que me gustaría tomarme unos vinitos y cantar un rap.
Alguna frase típica tuya: Puro corte chilenero.
Un artista al que ponerle oreja: Martín Acertijo.
Julio Olivares
Alumni Uchile