Durante el siglo XIX, la navidad era una celebración rural y masiva, muy distinta a la manera actual que es más familiar en cada hogar. Así lo explican integrantes del Núcleo de Historia Cultural U. de Chile y desde el Departamento de Antropología.
Llegando dicimbre, hay dos festejos masivos en la mayor parte de las culturas de occidente: hablamos de la navidad, una fecha situada bajo un contexto religioso pero que sin embargo actualmente ha traspasado tales barreras del credo, volviéndose una celebración transversal en gran parte del planeta; y del año nuevo, que responde al calendario grecorromano.
Respecto a la navidad, encontramos distintos ritos asociados a su celebración en Chile a partir de la Colonia. Así lo destaca desde el Núcleo de Historia Cultural de la Universidad de Chile, la estudiante de Magister en Historia, María José Lara, quien describe que este festejo, durante gran parte del siglo XIX, presentaba características barrocas, celebrándose como una suerte de carnaval. “En ese tiempo, las autoridades del Reino de Chile querían brindarle una celebración a la población, pero al mismo tiempo mantener el orden a través de la iconografía, ya sea del rey y de la Iglesia Católica”, señala Lara.
En ese mismo periodo, se introduce el concepto de cantón, una celebración de carácter más rural y masiva, contrastando con la celebración contemporánea más asociada a un carácter privado y netamente urbano. De hecho, según explica Lara, en la capital esta celebración se desarrollaba en la Alameda. “La utilizaban las clases sociales altas y las clases populares para celebrar la Navidad. Era como una especie de mercado donde había distintos vendedores de dulces, leche, frutas, entre otros. Las familias paseaban y era una actividad bastante entretenida para la época” explica la estudiante de la Facultad de Filosofía y Humanidades.
Sin embargo, con la llegada del siglo XX, esta forma de celebración empezó a transformarse, desplazando el carácter público de esta fiesta, pero manteniendo los elementos de consumo de la misma. Así lo señala el también integrante del Núcleo de Historia Cultural, Tomás Cifuentes, quien atribuye este cambio al avance tecnológico del país, expresando el auge de las tiendas comerciales y la industria de producción nacional. “De hecho, el viejito Pascuero surge a partir de estas imágenes que se van cambiando respecto a cómo un ícono de Navidad se va insertando y cómo la población en general lo va adoptando”, añade Cifuentes.
Algo que para Lara se expresa en la gran adaptabilidad que posee en sí la navidad, llegando a funcionar como una suerte de “espejo” de la realidad chilena y el periodo en el que se sitúa. “En el siglo XIX se notaba que había un genuino interés por celebrar el nacimiento de del Niño Jesús, porque era una sociedad chilena muy católica, mientras que ahora somos una sociedad muy neoliberal y el mercado está presente en todo. Creo que por eso hay una versión más mercantil del asunto”, reflexiona la estudiante de Magister en Historia U. de Chile.
¿Una celebración menos chilena?
Ante este vuelco hacia una sociedad de consumo e influenciada por tradiciones del imaginario social norteamericanas, habitualmente surgen críticas y una suerte de llamado a “chilenizar” estas celebraciones o retornar a elementos más tradicionales de esta. Visiones que cuestiona el académico del Departamento de Antropología de la Universidad de Chile, André Menard, quién asegura que el hecho de ya estar situada en nuestra sociedad la vuelve chilena en sí. “Ese fondo de chilenidad tampoco existe, sino que existen distintas imágenes que se van sedimentando con el tiempo y uno se acostumbra. Un ejemplo de esto es el viejo Pascuero en el Paseo Ahumada sudando la gota gorda, o sea, no hay nada más adaptativo y sincrético que eso”, afirma el académico de la Facultad de Ciencias Sociales.
Al respecto coincide Tomás Cifuentes, quien apunta a la propia mutabilidad del concepto de chilenidad, siendo algo que es determinado por el uso y no por su origen. “Yo diría que la chilenización de cualquier fiesta tiene que ver con cómo nosotros como ciudadanos vamos incorporando estas influencias y las vamos haciendo nuestras, porque al final las tradiciones surgen de nosotros mismos, o sea, surge de cómo nosotros vamos a interpretar y hacerle sentido a estas costumbres”, puntualiza Cifuentes
Si deseas saber más al respecto te invitamos a escuchar el capítulo 123 de Universidad de Chile, ya disponible en Spotify, Tantaku, Youtube y Apple Podcast.
Rodrigo Gallardo
Prensa Uchile